Escapar de la tristeza a modo de huida,
es una manera de perder lo que tiene para darte.
La tristeza trae sus motivos y sus enseñanzas,
si huyes de ella, ella volverá una y otra vez
para ser escuchada,
porque lo que tiene para decir
es lo que debe ser atendido.
Huir despavoridos ante
la tristeza, la angustia, la adversidad
es una de las prácticas actuales
que, una y otra vez, nos alejan de nosotros mismos.
No hablo de fomentarla,
hablo de escucharla cuando está ahí.
Lo no escuchado
volverá una y otra vez para ser escuchado,
y cada vez gritará más fuerte y será más incómodo.
Cuando no logre que lo escuches,
se transformará en un síntoma que no puedas desoír,
un síntoma físico o psicológico.
No es sólo transformarla en humor o amor.
A veces el trabajo es abrazarla
así toda ruinosa como aparece.
¿Acaso uno no anda siempre clamando ser aceptado?...
Pues, la tristeza,
también busca ser aceptada como es,
escuchada en lo que tiene para decir,
aunque a veces lo diga de una manera torpe.
No llega a ti para ser transformada en lo contrario,
pero, a veces,
la aceptación, tal como es, la transforma,
pero esta transformación por medio de la aceptación
tiene una cualidad de no violencia que es invaluable.